lunes, 28 de mayo de 2012

¿Cuál es la importancia de la accesibilidad?

Qué pasa cuando ante la existencia de una legislación para personas con discapacidad, recomendaciones y acuerdos de accesibilidad, así como de instituciones y asociaciones civiles que se encargan de gestionar mejores opciones para quienes usan sillas de ruedas, seguimos encontrando aceras sin rampas, accesos con escalones para restaurantes o teatros, ausencia de cajones de estacionamiento reservados o cajones tan pequeños como inútiles, cines cuyos lugares reservados están a un par de metros de la pantalla donde es imposible disfrutar de la película, aunado a un sinnúmero de obstáculos físicos. ¿Qué pasa? El problema radica en cómo entendemos la idea de accesibilidad, pues queda claro que no significa lo mismo para todos.

            Cuando pregunto “¿Puedo entrar al bar que frecuentas?, ¿Recuerdas los accesos?”, la respuesta más común es “No sé”, porque no se va por ahí pensado si se puede transitar en silla de ruedas. Imagina ahora que la respuesta fuese “No estoy seguro, pero hace días en el bar me senté al lado de una persona en silla de ruedas”. En la medida que personas con necesidades diferentes concurran en más lugares, éstos se volverán comunes y todos podrán recordar lugares con accesibilidad[1].

La realidad es que muy pocos conocen los criterios que definen la accesibilidad y actualmente hay pocos incentivos para aprenderlos y muchos menos para llevarlos a la práctica. No se trata de poner rampas para facilitar el camino a personas con discapacidad, sino que todos los actores de la sociedad compartan las distintas maneras de ver la vida y de esta manera los espacios urbano y social tengan un significado común para todos que permita compartir experiencias; así, la integración no será la inserción de individuos en un grupo, sino la expansión de los grupos sociales de cada uno, es decir, la cultura y la conciencia social pueden impulsarse a partir de proyectos de accesibilidad específicos.




Ricardo Tatevari Vázquez Carlos
Red Medular



[1]           Los procesos sígnicos son tales en cuanto son reversibles, como todos los procesos intelectuales (Piaget, 1968); es decir uno puede entender un dato informativo cuando este se nos presenta en sus todas sus posibles condiciones, en este caso, la posibilidad de pensar no solo en un sujeto con una presencia virtual sino también, en el sujeto presente y las condiciones materiales que hicieron posible su presencia real. uno puede pasar del signo a su referente cuando es capaz de efectuar igualmente el camino inverso.